Acostumbrado a bajar temprano al comedor para no lidiar con la posibilidad de encontrar agotadas las galletas de limón, tomaba asiento junto a las cafeteras.
En ocasiones me imaginaba testigo de un accidente horrible, que a su vez causara otros destrozos, y que convirtiera a esta ciudad en una enorme bola de carbón.
El último día que asistí a la oficina actué como si nada fuese a suceder, como si un meteorito no fuera a caer provocando una explosión que durase una semana.
Ese fue mi último día en la agencia.
jajaj me suena conocido y con efectos ... el dia de nuestra muerte como será? waaaa duuda duda saludos
ResponderEliminar