miércoles, 5 de enero de 2011

La agencia

Solo tenía 6 meses trabajando para una agencia de seguros. Calculaba riesgos; la posibilidad de que un avión se precipitara sin control sobre un parque de diversiones, qué tan probable sería que un camión escolar se encendiera en llamas espontáneamente o la posibilidad de que este mismo edificio, sede de esta agencia aseguradora se viniera abajo sepultando, y quizá desapareciendo para siempre los registros, archivos, personal y ejecutivos de dicho corporativo.

Acostumbrado a bajar temprano al comedor para no lidiar con la posibilidad de encontrar agotadas las galletas de limón, tomaba asiento junto a las cafeteras.
En ocasiones me imaginaba testigo de un accidente horrible, que a su vez causara otros destrozos, y que convirtiera a esta ciudad en una enorme bola de carbón.

El último día que asistí a la oficina actué como si nada fuese a suceder, como si un meteorito no fuera a caer provocando una explosión que durase una semana.

Ese fue mi último día en la agencia.